Victoria Díez y Bustos de Molina

Es el carisma de la Institución Teresiana llevado a la práctica en el vivir cotidiano. Es una prueba elocuente de que la santidad es posible para quienes viven su profesión como un camino de audacia y de entrega al Evangelio.

Con motivo del Año Centenario de su nacimiento (1903), Loreto Ballester, Directora de la Institución Teresiana ha recordado palabras de Victoria y su testimonio de vida “abriendo el camino con su entrega a los suyos, con un ejercicio de la profesión serio y comprometido, «maestra de cuerpo entero», mujer fiel a la fe recibida hasta el martirio, “con Cristo muy dentro del corazón y siempre en primera fila”.

Victoria ejerció como maestra de escuela pública, primero un año en Cheles, provincia de Badajoz y después en una zona rural de la Provincia de Córdoba ambas pobres con muchos alumnos y pocos recursos.

En 1928 llegó a Hornachuelos, provincia de Córdoba, con 25 años y con clara conciencia de haber recibido una importante misión: le habían confiado un pueblo y se sintió responsable de él. Trabajó en la Iglesia local en la Acción Católica, en la catequesis, en la preparación de catequistas, en la ayuda incondicional al párroco.

El 11 de agosto de 1936, fue detenida en su domicilio, encarcelada y conducida con un grupo de hombres del pueblo, entre los que estaba también el párroco Don Antonio Molina, hacia la Mina del Rincón. En el camino, Victoria anima a quienes han sido apresados con ella recordándoles que les espera el encuentro con Cristo. Es fusilada al amanecer del día 12 de agosto.

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